Primer intento: construcción de un texto en base a un ejercicio de repetición
Viernes 22 de diciembre

“Hago, rehago y deshago mis conceptos a partir de un horizonte móvil, de un centro siempre descentrado, de una periferia siempre desplazada que los repite y diferencia”

Gilles Deleuze, Diferencia y repetición, (Gijón: Júcar Universidad, 1988)

Usar a Deleuze para hablar de una propuesta como «Matar un comissari» de Olga Taravilla puede parecer, en un primer término, algo fuera de lugar. ¿Qué puede Deleuze, frente a una propuesta que busca pensar en torno a una figura en cierta manera polémica -la del comisario- y el sentido y papel que ésta ejerce dentro del engranaje ya de por si tan complejo de las prácticas artísticas contemporáneas?

Vayamos por partes. Lo importante es la idea. Esta sentencia ocupa un espacio -con todo lo que eso implica, ocupar un espacio- destacado en el despliegue expositivo de la propuesta. En este sentido, entendemos que el proyecto que nos propone la artista parte de la reflexión en torno a un concepto y que eso mismo es lo primordial. Pensar entorno a algo. Pero también dar una forma concreta a ese pensamiento. Y ahí, no obstante que lo importante sea la idea, radica la singularidad de esta propuesta. Aunque en el proyecto se acompaña por una serie de textos, acercándonos a una cierta definición de lo que es o puede ser un comisario, toda esa reflexión, al mismo tiempo, se concreta a nivel pictórico. Pensar a través de la imagen.

Y digo imagen, y no imágenes. Ya que todo ese pensamiento que se dispara mediante lo pictórico, lo hace a partir de un motivo determinado, mediante la repetición de un elemento concreto. Un motivo, la placa -y aquí usamos a Deleuze, según el cual el humor y la ironía son una de las formas de quiebre o transgresión (y por tanto de activación del pensamiento) más relevantes-, un elemento que se repite constantemente para ayudarnos a pensar en torno a la figura del comisario. Una placa que a veces ocupa un espacio central, acaparando toda la superficie del cuadro, se desplaza para mantenerse al margen, se eclipsa, comparte, deja un lugar para que otros elementos también tengan un sitio donde situarse. Repetir para que pueda emerger la diferencia. Usando de nuevo a Deleuze: «Sonsacar a la repetición algo nuevo, sonsacarle la diferencia, tal es el rol de la imaginación (…). La diferencia habita la repetición».

Este ejercicio de repetición, pero, no se limita a este proyecto específico, sino que podemos reseguirlo a través de esa línea discontinua que define la producción plástica de la artista. Aunque tal y como ella afirma, ésta exposición es su «regreso a la pintura» -y aquí podríamos escribir otro texto sobre que significa volver a pintar y si, en realidad, alguna vez había abandonado lo pictórico-, si rastreamos parte de su producción no podemos obviar la presencia continua de una serie de formas, que aparecen con sus variaciones, sus desplazamientos y sus expansiones pero que, sin embargo, ahí están, depurándose progresivamente hasta llegar a un estadio de síntesis que termina manifestándose en este proyecto en su forma más evidente.